vista amazonia brasileña

Belém, la Jaén de Brasil

Muchos no conocéis el açaí. Es normal. Su origen está separado por unos cuantos miles de kilómetros. Resulta exótico y diferente (en el buen sentido). Pero seguro que lo que muchos sí conocéis es Jaén. O habréis oído hablar de sus “mares” de olivos. Su economía depende casi en su totalidad de este producto y sobre todo de su aceite. De ahí su veneración en esta comarca y por extensión en toda España. Pues algo muy similar ocurre con la pulpa del açaí para la región de Belém, en el norte de Brasil.

El açaí para los habitantes de este estado es la base tanto de su alimentación como de su economía y ecología. De hecho se dice que los niños allí se alimentan más de açaí que de leche, sea en forma de batidos, cremas, helados o como salsas. No sabrían vivir sin él. Sería parecido a quitarle a un niño andaluz su tostada de aceite por la mañana. Un sinsentido.

Gracias a la importancia de este fruto, la deforestación en esta parte del Amazonas dista mucho del resto de la selva brasileña, gravemente damnificada por las grandes empresas madereras los últimos tiempos. A la influencia del açaí en la preservación de esta parte de la jungla brasileña, debemos sumar el gran impulso económico que ha significado el descubrimiento en el resto del mundo del açaí y todas sus posibilidades. El cada vez mayor conocimiento en Estados Unidos y Europa del açaí ha llevado a aupar a un nuevo nivel la economía de la región de Belém, favoreciendo la regeneración urbana muchas veces inexistente en esta humilde área.

Por todo esto debemos entender la importancia del açaí para Belém, la misma que tiene el aceite de oliva para Jaén. Sin duda algo más que un simple producto.

 

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